El siguiente es un ensayo escrito hace varios años, que busca recavar en nuestra historia para poder entender lo que somos hoy...
A través de los años los diversos escritores, politólogos, sociólogos y hasta los mismos caricaturistas se han encargado de representar de manera jocosa y burlona la manera como son los colombianos y entre los muchos adjetivos denigrantes y repetitivos que se suscitan en estos ámbitos, aparecen las palabras rayadas de siempre como: hampones, mentirosos, buenos amantes, ladrones, folclóricos, politiqueros y cuanta otra palabra se vea escudada en la frase de siempre, “La malicia indígena”. ¿Será entonces acaso que todos los versados en el tema de la colombianidad, no tienen nada mejor que burlarse de sus propias desgracias y tratar de que todo el mundo solo se entere de las pocas cosas malas que padecen los habitantes de este controversial país?.
El siguiente escrito fundamenta sus bases en el libro “Como somos los colombianos” del escritor Germán Puyana García, y ante todo no busca recaer en la repetitividad de los muchos que han hablado sobre el tema, sino buscar una posible explicación y de una u otra manera ofrecer soluciones que aporten al buen desarrollo intelectual y cultural de todos los colombianos, para que aprendan a convivir inteligentemente los unos con los otros y ante todo, se sientan orgullosos de lo que son.
En un principio los indígenas colombianos vivían en perfecta armonía y relación con la naturaleza, disfrutando de una manera ritual sus vidas y manejando una escala de valores donde el respeto y la lealtad primaban. Con la llegada de los españoles se produjo un choque y una mezcla racial y social que creo una diversidad cultural que perdura hasta nuestros tiempos. En la etapa colonial se empezaron a formar los primeros esbozos de una sociedad políticamente estructurada con mandatarios y leyes. Se libraron las batallas que necesariamente toda sociedad debe librar para obtener su soberanía, y con esto ya solucionado se inició el proceso de crecimiento intelectual, tecnológico y cultural de la nación. Tiempo de después por medio de la reforma agraria se otorgó a las personas pudientes la libre manipulación de terrenos a lo largo del territorio nacional, esta idea prometedora garantizaba un crecimiento económico considerable de no haber sido por la aparición de los primeros grupos de bandoleros que amenazaban la seguridad del país. Esta situación, tuvo su correspondiente evolución en guerrillas idealistas de revolución pura y por último el las 2 últimas décadas su mutación en grupos narcoterroristas con nombres registrados en la cámara de comercio (M19, FARC. EPL, ELN, AUC y sus demás siglas de razón “antisocial”). Hasta este punto quién no diría que esta es la evolución corriente de una civilización de cualquier parte del mundo, la cual siempre responde al mismo patrón: Nacimiento, colonización, liberación, guerras, socialización, capitalismo y democracia.
La diferencia única que ha marcado el caso colombiano se resume en tres puntos: La permisividad, El conflicto armado recurrente y La tolerancia; un factor es consecuencia del otro y todos están tan íntimamente relacionados que brindan una explicación acertada y sencilla de lo que pasó y lo que continúa pasando.
La permisividad: Podría ser definida como la capacidad o discapacidad que tienen las personas para en forma deliberada permitir que otros hagan cosas en forma recurrente y sin un control del ente permisivo. Los colombianos no somos así porque los españoles eran así o porque supuestamente nuestros descendientes eran marineros borrachos, delincuentes y enfermos. Este es el pensar de una persona que se escuda en la contradicción popular para justificar su modus operandi. La verdadera primera razón radica en la permisividad, porque en el pasado los habitantes del territorio nacional se sintieron privilegiados y bendecidos por las riquezas que ofrecía esta tierra y no tuvieron en consideración que nada dura por siempre y que todo tiende a cambiar. De esta manera, los distintos gobernantes no tuvieron la delicadeza de establecer normas y leyes lo suficientemente estrictas para que los habitantes no hicieran lo que se les diera la gana y adoptaran la postura relajada de hacer cualquier cosa, fuera buena o mala pues ante todo tenían el consentimiento de las personas de arriba y no había quién o que controlara sus actos. Somos permisivos al pasar que alguien bote un papel en la calle, a que los grupos armados dominen el país, a no tener por nacimiento la libre escogencia de una religión, a que exploten indiscriminadamente plutonio en el Chocó, a que la deuda externa tenga mas de 15 ceros, a que el cajero del banco salude diciendo “hola mamita”, a que la educación y la pobreza se encuentren en un tercer plano y a parte de todo al permitir que todo siga igual y no tratar aunque sea de buscar una manera de actuar con cordura, y por primera vez en la vida sentirse un ciudadano del mundo y no de una región, el cual está en la obligación de saber que cuando algo esta mal hay que denunciarlo y no quedarse arrunchado en la chusma masificada, que no aporta sino que estorba y detiene la evolución intelectual, social y cultural de una nación.
El conflicto armado recurrente: Es fácil deducir de donde viene y porque se suscitó. Es como cuando una enfermedad que se detecta a tiempo no se trata porque es mejor esperar a ver que repercusiones tiene. El conflicto armado es el resultado de un experimento de cultivo en el cual los “parásitos” por así decirlo, crecieron de una manera acelerada y a aparte de alimentarse de los demás se establecieron y tomaron el control del área. Por eso los colombianos somos así, porque tal vez somos el único país que ha tenido y tiene la guerra más larga de la historia de la humanidad y a pesar de todo todavía estamos en píe, eso nos hace únicos. Como fue dicho anteriormente, la permisividad conllevó al conflicto armado y este solo ha dejado millones de muertes, millones de dólares en ganancias ó perdidas, millones de manifestaciones por la paz, pero más que nada ha dejado millones de colombianos con el corazón roto que esperan que algún día todo se acabe y que haya un futuro claro por delante. También somos así porque a parte de que el conflicto lleva más de los años que debería llevar ocurriendo, es una guerra desigual pues son alrededor de unos 3 grupos armados peleando en contra de un solo país, además es una guerra desigual porque los delincuentes cuentan con armas mas sofisticadas como lo son el burro- bomba, la pipeta de gas mejorada, el secuestro semiautomático, el narcotráfico de fabricación colombiana y las vacunas irregulares. Todo esto hace que la guerra suene absurda pero es la única forma de describir un conflicto que se ha vuelto la desgracia de nuestro país y algo que cada día se ve mas enmarañado y que cada día adquiere mayores fuerzas de ataque y modalidades para acabar lo mucho que queda.
La Tolerancia: Es aquel tan renombrado esquema mental que involucra el respeto por las acciones de los demás, la educación y la promulgación a toda costa de los buenos valores y costumbres por y para los ciudadanos que conviven en una sociedad libre, democrática y pluralista. La idea de la tolerancia nació a partir de la última década de historia de nuestra patria colombiana y como consecuencia de los excesivos niveles de violencia que se fueron presentando; entre ellos el recurrente conflicto armado. Se dice que la violencia empieza desde el hogar y que por esto hay la necesidad de educar a todas las personas para que aprendan a ser tolerantes con los demás; pero hasta que punto funciona este esquema de la tolerancia pues si bien es cierto que ser tolerante hace parte de la cultura de una persona y que esto ayuda a la buena convivencia en sociedad, también es muy cierto que tanta tolerancia conlleva a la hipocresía y al castramiento del libre actuar y pensar de las personas. De esta manera la tolerancia no debe ser una forma amalgamada de vivir, sino una herramienta que sirva para forjar la educación de las personas y haga parte de ese infinito conjunto de elementos que debemos tener para dejar de ser entes y convertirnos en “personas” autónomas con límites definidos entre el bien y el mal.
Para finalizar, solo resta decir que Colombia es un país en vías de crecimiento y que no podemos esperar ser una potencia de la noche a la mañana, debemos aceptar lo que somos y sentirnos orgullosos de ello, y mas que nada debemos procurar ser cada día mas analíticos y siempre tener una opinión fundamentada para con los demás sobre los hechos que nos afectan...
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