Friday, November 10, 2006

La Tradición Familiar

De todos los objetos míticos y fantásticos creados por la humanidad como La Caja de Pandora, El Santo Grial y La Piedra Filosofal, a mi me tocó uno de los más difíciles de llevar a cuestas. Pudieron haberme dado un radar para gays o Gaydar (una especie de sentido especial para detectar a distancia a los homosexuales), pero a cambio de este me dieron fue un imán para atraerlos.
La tradición familiar de tener este poderoso magneto se remonta hasta donde yo sé a mi abuelo, en su época la homosexualidad era algo reprochable y anticonservador; los homosexuales eran llamados invertidos, raros o degenerados. A mi abuelo más de uno intentó abordarlo y al parecer siempre terminó en una golpiza inminente al perpetrador.
Para la época de mi papá, hubieron varios pretendientes que quedaron flechados con él, pero tal vez el más memorable fue un reconocido compositor de música colombiana el cual en una fiesta no pudo controlar sus impulsos y en la jerga de mi familia "le mandó la mano al pájaro". El incidente no pasó a mayores, bastó una simple charla aclaratoria acerca de gustos sexuales y un matrimonio de por medio para solucionar el malentendido.
En mi caso este iman pareciera que hubiera llegado a mis manos con más fuerza de atracción. Todo comenzó en el año de 1.986, con apenas 6 años tenía un amiguito en primero de primaria que se la pasaba conmigo y siempre me miraba muy fijamente a los ojos, nos sentábamos en una mesa juntos y jugábamos un juego con los dedos. A esa edad todo era inocencia y pureza, pero tiempo después entendí que lo que hacía este pequeño niño era un comportamiento temprano típico, de alguien con tendencia a gustar de los de su mismo género.
Siete años después y en plena etapa preadolescente, lo importante era la diversión. Siempre he sido un fanático de los videojuegos y para saciar estas ansias de mover palancas y espichar botones, me la pasaba en uno de esos locales de maquinitas por varias horas. Cierto día me encontraba como todas las tardes dando lo mejor de mi en uno de estos módulos de arcade, cuando se acercó este personaje de proporciones bíblicas y se acomodó a mi lado (para verme jugar creí yo), era un gorila de unos 2 metros y con claras señas de obesidad desmedida. Su cercanía se me hizo un poco sospechosa pero por los embates de lo que sucedía en la pantalla no preste atención; cuando de pronto sentí que uno de sus dedos regordetes rozaba con la cremallera de mi pantalón, en ese instante sentí un terror y un pánico tal que la única reacción que tuve fue salir caminando de espaldas con esa cara palidecida que solo tienen los que han visto al mismísimo diablo. Para mí fue el final de las maquinitas y el inicio de un mini trauma que perduró por algunos meses.
Pasaron varios años y a finales de carrera yo era un mozalbete como cualquier otro, más fiesta y menos estudio era la consigna. Una noche fui con mi novia a uno de los bares de moda de la ciudad, todo transcurría en calma hasta que alguien me presentó a este hombre que acababa de llegar de uno de esos eurotrips que supuestamente, ayudan a abrir la mente. A continuación describo algunos apartes de la conversación que tuvimos:
El: - Oiga me fascina su forma de vestir!
Yo: - ... gracias
El: - Me gusta un resto como baila!
Yo: - ... gracias
El: - Y esa de allá es su novia?
Yo: - Si es ella.
El: - Y llevan mucho?
Yo: - Si más o menos
El: - Oiga y si yo alguna vez lo invito a salir, usted iría con su novia, o solo saldríamos juntos???
Yo: (con efecto de disco rayándose) - Si obvio saldría con mi novia!!
Yo: - Bueno socio me tengo que ir ya, nos vemos!!!
Creo que queda claramente expuesto de nuevo otro de mis casos de magnetismo gay.
Últimamente no han vuelto a pasar estos episodios de controversia, ahora que los recuerdo solo pienso que nunca fue nada grave lo que pasó y pienso en la complejidad de las relaciones y humanas y lo imperioso que puede llegar a ser el corazón de las personas. De vez en cuando camino por la calle y oigo que alguien me dice - Mono como estás de lindo, volteo a mirar y es un hombre; solo sacudo mi cabeza con una sonrisa y sigo adelante.
//Fotomontaje cortesía de Carlos Bahamón//

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