El año era 1.995, la multinacional de alquiler de películas Blockbuster hacia varios meses que había arribado a Colombia.
Para muchas personas que estaban al término de sus carreras universitarias, entrar a trabajar en esta tienda era una opción viable como primera experiencia laboral. Entre estas personas estaba mi hermano mayor Oscar, quién por recomendación de alguien y por sus conocimientos en mercadeo, entró de manera rápida a laborar en el mundo de las video - rentas.
No pasaron muchos días antes de que él hiciera amistad con todos los miembros del staff de la tienda, los cuales estaban categorizados dentro de casi todas las clases sociales. Aprovechando un fin de semana que mis papás habían salido de viaje, Oskitar decidió invitar a todo el combo de las pelis, a una fiestecilla en nuestro apartamento para tomarse uno "chorros" y echar "salsita", según él.
A partir de las 9:00 PM, comenzó el desfile de una horda de calenturientos personajes vestidos de camisa azul claro y pantalón habanito. Como buen espectador observé los toros desde la barrera, detallando quienes pasaban por la puerta de nuestro segundo piso. Estaba Saúl o el Gordo Saúl o en últimas en Gordo Baúl, llamado así por la cantidad de trago que le cabía y su contextura repolluda creo yo. Asistieron varios pares de mujeres descomplicadas y aletosas, entre las cuales se destacaba una mona de cabellera irsuta, tan alborotada que se asemejaba a la melena de un león adulto. También estaban personajes de antaño como Jaime Alberto alias "Rupas" o "Rupi", quien había adquirido su apelativo debido a la semejanza facial que tenía él, con un gato del mismo nombre. Para completar esta escuadra de juerguistas estaba Albiut o "Albeirut" (no se de donde el sobrenombre, pues estaba lejos de ser libanés), otro de los amigos de infancia de mi querido hermano.
La parranda salsera transcurría dentro de los estándares normales de cualquier fiesta. Mucho aguardiente a copadones, toqueteo inter géneros, el chiste, la risa, el vómito y el disfrute del fin de semana. El pequeño equipo de sonido Sony de la casa, aventaba a más no poder la melódica música de Héctor Lavoe y Willie Colón, pies y piernas tratando de lucir el mejor paso salsero destellaban por toda la sala y uno que otro borracho con ínfulas de cantante, cacareaba deslucidamente -¡Cuando llegará el día de mi suerte!.
Pasada la media noche y por culpa de un vecino roñoso que no soportó tanto ruidaje, llegó la policía a poner orden. Por un momento los asistentes creyeron que había sido el fin de la velada, pero mi hermano como buen anfitrión que todo lo puede en medio del alicoramiento, tomó la palabra; - tranquilos déjeme yo arreglo esto. Escoltado por el "Gordo Baúl", bajó y abordó a los motorizados agentes de la ley:
Oscar: - Buenas noches señores, cual es el problema?
Policía 1: - Un vecino llamó reportando que los del segundo piso estaban haciendo un escándalo.
Oscar: - Es una fiestita de celebración señor agente.
Policía 2: - Si pero reportaron que la música esta muy dura.
Oscar: - De verdad?, bueno no importa ya le bajamos y asunto arreglado. Más bien porque no suben y se toman alguito para olvidar este impase.
"Gordo Baúl": - Pero eso sí quítense esos chalecos reflectivos que son una boleta...
Los policías subieron y se tomaron un trago para después irse dejando la recomendación de bajar el volumen y la gritería. Minutos más tarde mi hermano agotado decidió irse a dormir dejando a los invitados a que siguieran el jolgorio. Llegó a la habitación y se quitó parte del uniforme, pero al pasar unos instantes sintió ese llamado de radio estación "La rumba me llama, la rumba me llama", y vestido con camisa azul, media blanca y calzoncillo crema, se armó de una botella de aguardiente y continuó repartiendo trago a sus bizarros co - trabajadores. Lo que vino después no lo sé, pues me quedé dormido a sabiendas de que no habría problemas.
Al otro día salí del cuarto a desayunar y encontré tirados en la sala uno que otro cuerpo arrunchado en cualquier esquina, la habitación de servicio estaba cerrada, la abrí pero olía a tigrillo, una mezcla vaporosa de tufo, guardado y el demonio sabe que más, lo cerré por miedo a la contaminación. Entendí que esa era la forma en que se hacen los negocios y la forma en que se hacen las fiestas, y después de ese día y tal vez desde que estaba pequeño, mi hermano, al que amo con toda el alma siempre ha sido un modelo a seguir, y un espíritu libre que disfruta de los placeres de la vida como debe ser... con toda!
2 comments:
Comparto la misma alegría (y necesidad) de continuar la fiesta y solucionar cualquier problema que esto acarrea, como dicen por ahí: ¡la fiesta debe continuar!
LO MAS FACIL ES DARLE TRAGO A LOS TOMBOS, LO MAS JODIDO ES QUE NO SE AMAÑEN
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